Para una adolescente muy querida

La Belleza es una Diosa de 8 brazos

«A pesar de las incontables imágenes actuales de la celebridad y del culto a la supermodelo, en Occidente carecemos de un símbolo común que encierre la perfección integral de la luminosidad, de la belleza salida del alma. Así, antes de continuar quisiera ofrecer como posibilidad una imagen que he llevado conmigo desde la infancia. Es una imagen que  recibi de mi madre, quien me enseñó la lección más importante de la vida acerca de la belleza, cuando era apenas una jovencita y comenzaba a desarrollar interés personal por mi aparencia física.


Para consternación de mi madre en aquella época, yo pasaba horas enteras mirándome al espejo y otro tanto observando a otras personas. Me encantaba ver cómo realizaban sus rituales diarios de belleza las mujeres que me rodeaban, y las hierbas y los aceites que utilizaban me intrigaban tanto como la belleza particular de cada una. (…)


Sin embargo, seguía todavía en la etapa de vivir pendiente de mi aparencia cuando mi madre me enseño el verdadero significado de la belleza. Como ya dije, pasaba horas frente al espejo observando los cambios que me sucedían a medida que dejaba atrás la infancia y entraba en la puberdad. Mis sentimientos respecto a mi naciente feminilidad oscilaban de un extremo a otro. De sentir orgulho y emoción pasaba instantáneamente a sentirme torpe y avergonzada. La única constante en mi mente era el deseo de ser despampante y para mí, como para la mayoría de las niñas, usar maquillaje era el colmo de la belleza.


Cuando finalmente recibí permiso para usar cosméticos, estaba muy emocionada. Bajo la mirada de mi madre, me apliqué con mucho cuidado mi primer pintalabios y colorete antes de detenerme a apreciar los resultados. Habían bastando unas cuantas pinceladas de color para que me sintiera bella y sofisticada. Seguramente mi engreimiento no pasó despercibido. Al principio, mi madre me felicitó por mi nueva aparencia. Después me dijo: «Entonces, Pratima, estás creciendo. Te estás convirtiendo en mujer y comienzas a adivinar tus poderes. Pero ése es solamente el principio. La belleza va mucho más allá de tu aparencia física.»


Eran palabras sorprendentes veniendo de una mujer tan hermosa como mi madre. Mientras la seguía con los ojos al salir de mi habitación, me preguntaba qué habría querido decirme. A los pocos minutos regresó con la respuesta. Traía un retrato de una diosa de ochos brazos, adornada con joyas y sentada serenamente sobre un tigre feroz, con otras tres diosas en miniatura a sus pies. Reconocí la imagen inmediatamente: era una de las que permanecía en el altar ante el cual oraba mi madre todos los días, pero no sabía mayor cosa acerca de lo que simbolizaba, salvo que la diosa, como mi madre, se veía radiante.



«Esta es Chymunda», me explicó entregándome la imagen. «Tiene ocho brazos porque encarna dentro de su propia forma a otras tres diosas, tres aspecto de una mujer: Sarawasti, que representa el conocimiento; Kali, destructora del mal, que representa el valor; y Lakshmi, que representa la riqueza y la prosperidad. Hacen falta sabiduría, valor y poder para sentarse sobre el lomo de un tigre. Cualquiera que sea el camino que escojas en la vida, deberás tener conocimiento para hacer las cosas bien y valor para superar las dificultades. Con el conocimiento y el valor tendrás el poder para alcanzar la abundancia en todas las cosas. Juntas, esas cualidades constituyen los cimientos de la felicidad».


«Si realmente deseas ser bella en toda la extensión de tu feminilidad», me dijo mi madre con gran amor, «tendrás que desarrollar todos esos aspectos de tu YO, no solamente tu aparencia».


No es necesario adorar a Chymunda o creer en alguna deidad para sacar probecho del consejo de mi madre. Lo esencial es reconocer los principios femeninos universales personificados por esa diosa. Su belleza multidimensional ha de ser un símbolo mucho más apropriado y completo de lo femenino que las modelos de portada y las superestrellas a quienes se nos ha enseñado a idolatrar en la cultura del siglo XX».


Texto extraído del libro «Ayurveda: las Mejores Técnicas para Conseguir una Belleza Verdadera» autora Pratima Raichur

Marysol Dy Sanchez

Bienvenido a mi cuaderno de Ayurveda. Ayur = Vida y Veda = Conocimiento. Es el milenario sistema filosófico, de salud y de plenitud originado en India hace más de 5 mil años. Naturalmente sano.

Retrato de Marisol, terapeuta Ayurveda y profesora de yoga

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Las informaciones y sugerencias presentadas en este blog tienen el propósito único de dar a conocer el tema de esta filosofía milenaria hindú. De ninguna manera se deben usar para sustituciones en tratamientos prescritos por médicos, nutricionistas y otros profesionales de salud, cualquier que sea la enfermedad.